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21 Jul | 2025

Blanca Rodríguez defiende su tesis doctoral sobre el envejecimiento biológico y su papel en el Alzheimer

Blanca Rodríguez, investigadora del Grupo de Genómica del Barcelonaβeta Brain Research Center (BBRC), ha defendido su tesis doctoral titulada “El papel del envejecimiento biológico en el riesgo de la Enfermedad de Alzheimer”. Este trabajo se ha centrado en entender cómo la longitud de los telómeros, un marcador clave de envejecimiento biológico, influye en la vulnerabilidad cerebral y en el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer (EA).

Blanca se incorporó al BBRC en 2020 tras graduarse en Biomedicina Básica y Experimental por la Universidad de Sevilla y cursar un máster en Análisis de Datos Ómicos en la Universidad de Vic. Desde entonces, ha enfocado su investigación en estudiar cómo los procesos sistémicos de envejecimiento contribuyen al riesgo de desarrollar EA.

Durante su tesis, ha adoptado un enfoque multidisciplinar para analizar la relación entre la longitud de los telómeros en leucocitos sanguíneos y distintos indicadores clínicos, moleculares y de neuroimagen asociados a las fases preclínicas de la EA. Los telómeros, compuestos por secuencias repetitivas de ADN situadas en los extremos de los cromosomas, protegen nuestro material genético durante la división celular. Su progresivo acortamiento con la edad limita la capacidad de las células para dividirse, lo que promueve la senescencia celular y contribuye al envejecimiento de tejidos y órganos.

El estudio ha combinado datos de biomarcadores del líquido cefalorraquídeo, pruebas cognitivas y técnicas avanzadas de imagen cerebral para explorar el posible papel causal del envejecimiento biológico en la enfermedad.

A través de este enfoque innovador, Blanca Rodríguez ha demostrado que la longitud telomérica más corta está asociada con una mayor vulnerabilidad cerebral, menor rendimiento de memoria episódica y niveles más elevados de biomarcadores relacionados con la neurodegeneración. En conjunto, este trabajo contribuye a una visión más amplia de la EA, al destacar la necesidad de considerar factores sistémicos de envejecimiento como parte del proceso patológico, y abre nuevas vías para la investigación y la prevención en etapas tempranas de la vida.
 

¿Cuáles son las principales conclusiones de tu tesis?

Mi tesis se centra en comprender cómo el envejecimiento biológico, es decir, los cambios funcionales y moleculares que ocurren en nuestro organismo con el paso del tiempo, independientemente de la edad cronológica, influye en la vulnerabilidad cerebral y en el riesgo de desarrollar demencia.

En concreto, nos enfocamos en la longitud de los telómeros en leucocitos sanguíneos como un marcador clave de envejecimiento biológico. Nuestros hallazgos muestran que una menor longitud telómerica se asocia con un mayor riesgo de desarrollar demencia, lo que indica que fomentar un envejecimiento saludable podría ser una estrategia clave en la prevención de esta enfermedad.

Este mayor riesgo se manifiesta en distintos niveles: por un lado, se asocia a una menor reserva cognitiva, y por otro, a nivel molecular, se vincula con mayores niveles de biomarcadores relacionados con la muerte neuronal, la disfunción sináptica y, especialmente, con procesos de reactividad glial y neuroinflamación. 

En conjunto, estos hallazgos refuerzan la idea de que la EA no se origina exclusivamente en el cerebro, sino que está también conectada con el envejecimiento del cuerpo en su conjunto.

¿Qué puertas nos abren estos hallazgos en la investigación de la enfermedad de Alzheimer?

Sabemos que la edad es el principal factor de riesgo para desarrollar la EA, pero también que no todas las personas envejecen al mismo ritmo ni con las mismas consecuencias. Nuestros hallazgos refuerzan la necesidad de abordar el Alzheimer desde una perspectiva sistémica, en la que el envejecimiento biológico no sea visto sólo como un contexto, sino como un actor activo en el desarrollo de la enfermedad.

Adoptar este enfoque nos podría permitir ampliar el campo de búsqueda de nuevas dianas terapéuticas, no sólo para frenar la progresión del Alzheimer, sino también para promover un envejecimiento saludable y prevenir otras enfermedades asociadas al envejecimiento.

Además, integrar diferentes marcadores de envejecimiento biológico podría ayudarnos a identificar ventanas de intervención más tempranas, antes de la aparición de síntomas clínicos, y así diseñar estrategias de prevención más específicas y personalizadas, ajustadas a la historia vital y la vulnerabilidad individual de cada persona. Esto sería clave para mejorar la salud cerebral en las etapas más avanzadas de la vida y reducir la carga global de la enfermedad.

¿Cómo afrontas tu nueva etapa como investigadora postdoctoral? ¿En qué líneas de investigación te gustaría profundizar a partir de ahora?

Afronto esta nueva etapa con mucha ilusión y con un fuerte compromiso por seguir contribuyendo a la investigación en prevención del Alzheimer. Me interesa especialmente profundizar en el estudio del envejecimiento biológico, incorporando nuevos biomarcadores moleculares y sistémicos que nos permitan entender con mayor precisión cómo envejece el organismo y de qué manera ese proceso impacta en la salud cerebral.

Quiero centrarme, en particular, en el envejecimiento del sistema inmunitario y en los procesos inflamatorios crónicos, que podrían desempeñar un papel clave en las fases más tempranas del Alzheimer, y complementar así los enfoques actuales más centrados exclusivamente en la patología cerebral.

Además, me gustaría integrar en esta investigación factores sociales y potencialmente modificables, como la inseguridad económica o el estrés crónico, que sabemos que pueden acelerar el envejecimiento biológico y aumentar la vulnerabilidad a desarrollar la enfermedad.